Los fondos de renta fija y la inflación

La inflación refleja la disminución del poder adquisitivo de la moneda, una pérdida del valor real del medio interno de intercambio y unidad de medida de una economía. En este tipo de entorno, el desempeño de los fondos de inversión de renta fija puede verse seriamente afectado.
Según datos de Inverco, el patrimonio de los fondos de inversión en nuestro país alcanzó la cifra de 312.105 millones de euros en octubre de 2021, un incremento del 13,8% respecto al cierre del año anterior. Si de este total consideramos los fondos de renta fija y renta fija mixta, su patrimonio era de 123.496 millones de euros, el 40% del total, habiéndose incrementado prácticamente un 7% desde el inicio del año.

Aprovechando la ocasión no podemos dejar de señalar que el patrimonio de las Instituciones de Inversión Colectiva (IICs) internacionales comercializadas en España alcanzó los 252.000 millones de euros a finales de octubre de 2021, con un crecimiento en volumen de 32.000 millones de euros con respecto al patrimonio de finales de 2020, un incremento del 15%.

En cuanto a rentabilidades, los fondos denominados en euros tuvieron una rentabilidad ligeramente negativa durante 2021 y ligeramente positiva en 2020.

Todo ello se ha producido en un entorno donde los confinamientos, las restricciones y la prevención a acudir a espectáculos en recintos cerrados por el Covid-19, ha hecho que los depósitos y efectivo en poder de las familias españolas haya superado la cifra del billón de euros. Según Inverco, los activos financieros en manos de las familias española en depósitos y cuentas bancarias (activos prácticamente sin remuneración) eran en junio de 2021 de 1.016.237 millones de euros. Al final de 2019 (antes de la emergencia sanitaria) esta cifra era de 916.681 millones, lo que significa un crecimiento de 100.000 millones o un 11%. Supone una tasa de ahorro sobre la renta disponible de más del 15%.

Las circunstancias han hecho que coincidan dos aspectos relevantes: el ahorro está en niveles máximos históricamente hablando, y, por otro lado, parece que la inflación se está despertando. Todo un riesgo para estos ahorros, que además se enfrentan a una rentabilidad en renta fija bajo mínimos.

Con respecto al IPC anual, éste se situaba en octubre de 2021 en un 5,4% (destacaba la vivienda con un 20,5% y el transporte con un 12,3% de crecimiento) la cifra más alta en casi tres décadas (desde 1992).


Por otro lado, la inflación en la zona euro escaló en septiembre de 2021 hasta el 4,1%, siete décimas más que en agosto del mismo año (debido principalmente al coste de la energía) el nivel más alto desde 2008. Alemania (4,6%) y España se posicionan como los dos grandes focos inflacionarios entre las grandes economías de la zona.
La inflación refleja la disminución del poder adquisitivo de la moneda, una pérdida del valor real del medio interno de intercambio y unidad de medida de una economía.
Parece que el fantasma de la inflación se ha despertado y los culpables son diversos: los precios de la energía, con la luz y el gas a la cabeza, sin desdeñar el alza del petróleo (un 50% en el año), el encarecimiento de materias primas esenciales para muchos procesos productivos, problemas en las cadenas de suministro provocados por la pandemia en los mercados asiáticos y que se añaden al incremento del coste de los transportes, etc.

Sabido es que la inflación refleja la disminución del poder adquisitivo de la moneda, una pérdida del valor real del medio interno de intercambio y unidad de medida de una economía. Si hoy dispongo de 1.000 €, tengo poder adquisitivo para adquirir bienes por este valor. En un entorno de inflación del 5% por ejemplo, dentro de un año estos activos valdrán 1.050 €. Si yo he mantenido los 1.000 €, ya no puedo adquirir los mismos activos. Mi capital ha perdido poder adquisitivo.
Puede parecer que el impacto en un año no es demasiado importante, pero en plazos de tiempo medios o largos es demoledor. Con el mismo ejemplo anterior, 1.000 € dentro de 5 años tendrán un poder adquisitivo muy inferior a los 1.276 € que valdrán los bienes que pueden adquirir hoy.

Desde el punto de vista de la renta fija, un bono hoy en día vale lo que valen sus flujos de cobro esperados. Sin inflación, 1.000 € de dentro de un año equivalen a 1.000 € hoy prácticamente. Con un 5% de inflación anual, los 1.000 € equivalen a 952 € hoy (1.000 € / 1,05). Es decir, el flujo futuro de dinero de ese bono vale menos, y consecuentemente el valor del bono también.

En otras palabras, en entornos inflacionistas mientras los deudores salen beneficiados, todos aquellos que invierten en productos sin riesgo aparente, como pueden ser los bonos soberanos de diferentes países, pierden dinero. Hoy en día, lo máximo que pueden obtener son rendimientos negativos, o casi tan bajos que apenas aportan nada si lo comparamos con los depósitos bancarios.
En nuestro caso, en la Eurozona la diferencia entre el tipo de interés oficial por los depósitos, actualmente un -0,5%, y la inflación sitúa a los tipos de interés reales alrededor del -4%. Eso supone un empobrecimiento teórico que hace que nos preguntemos porqué invierten los ahorradores en bonos o en fondos de renta fija sabiendo que perderán o en el mejor de los casos apenas ganarán nada. Quizás la respuesta es posible que sea que la pérdida sería mayor si no hicieran nada. En estas circunstancias, a los inversores les resulta imposible proteger el poder adquisitivo de sus ahorros con los bonos tradicionales.
En la Eurozona la diferencia entre el tipo de interés oficial por los depósitos, actualmente un -0,5%, y la inflación sitúa a los tipos de interés reales alrededor del -4%.
Pero, además, la inflación tiene otras consecuencias ya que es un cáncer para la actividad económica al introducir un elemento distorsionador, que la hace menos competitiva, y que puede suponer un obstáculo que impida el desarrollo económico durante un largo plazo de tiempo.

Pero, sobre todo, una inflación continua es una muy mala noticia en estos momentos porque podría obligar a los bancos centrales a comenzar a drenar la liquidez y las medias expansivas que han adoptado en todo el mundo para amortiguar el impacto de la crisis sanitaria, en un momento en que la recuperación económica parece todavía débil. Un repunte no transitorio de la inflación puede lastrar la senda de recuperación de la economía y, en consecuencia, reducir la creación de empleo y las exportaciones.

Todo esto supone una gran presión para los bancos centrales, en nuestro caso particular para el Banco Central Europeo (BCE). Tanto el BCE como la Reserva Federal estadounidense insisten en mantener el mensaje de que este repunte inflacionista que estamos atravesando es transitorio y que no afecta a la inflación subyacente.

De hecho, hay dos visiones claramente enfrentadas: una primera que apuesta por la consolidación de la inflación (que obligará a una prematura subida de tipos de interés) y otra que considera que estamos ante una situación pasajera.
A principios de 2021, el cambio a una política monetaria contractiva parecía lejano, ahora ya se dejan oír algunas voces de los bancos emisores que abren la puerta a un endurecimiento de su política monetaria. No hace mucho el BCE, si bien consideraba que la inflación era un fenómeno transitorio, también decía en palabras de su presidenta, que “existen factores que podrían generar presiones sobre los precios más fuertes de lo que esperamos”. El debate está abierto, y Alemania y su histórica aversión a la inflación podrían acelerarlo.
Un repunte no transitorio de la inflación puede lastrar la senda de recuperación de la economía y, en consecuencia, reducir la creación de empleo y las exportaciones.
Por otro lado, el miedo a la inflación agita a los mercados y la rentabilidad de la deuda pública ya ha subido de forma notable desde el primer trimestre del año.

En cualquier caso, si en la crisis se reaccionó rápidamente con grandes compras de deuda, ahora puede ser el momento de empezar a reducir la inyección masiva de dinero, todo ello sin dañar la actividad económica y evitando al mismo tiempo el regreso de la inflación. Todo un reto. Esperar que la inflación se disipe sola puede ser un riesgo peligroso, además de chocar con la visión alemana, que, como hemos dicho, por motivos históricos es especialmente sensible al tema.

Ante una previsible subida de tipos de interés ya sabemos lo que sucede con la renta fija y los fondos que invierten ella, que el precio de los bonos varía en sentido contrario a los tipos de interés, como nos contaba Malkiel1 en el primero de sus denominados principios.

Si un bono de nominal 1.000 € tiene una vida pendiente de 2 años y paga cupones del 5,5% y el tipo de interés del momento es del 4,0%, el valor teórico de dicho bono es de:

Si el tipo de interés del mercado se incrementa al 5%, el precio del valor del bono pasa a ser:

Un 1,0% de subida del tipo de interés ha supuesto un menor valor del bono de 18,99 €, o un 1,85% sobre su precio teórico anterior.

Añadamos que Malkiel también nos decía (segundo principio) que, si dos emisiones difieren solo en el valor del cupón, para una misma variación del tipo de interés, la de menor cupón experimentará un mayor cambio relativo de precio. Esto supone que, en el entorno actual de tipos de interés en mínimos históricos, incluso negativos, si las subidas de tipo de interés son significativas, el impacto en la valoración de la renta fija puede ser espectacular. Afortunadamente, de darse dicho escenario, lo sería de forma progresiva lo que permitiría una cierta adaptación.
Pero al inicio de estas notas hablamos del patrimonio de los fondos de inversión de nuestro país en el mes de octubre de 2021. Pues bien, del total de fondos de renta fija nacionales, más de la mitad lo eran de renta fija a corto plazo. Si acudimos a Malkiel de nuevo, su tercer principio nos decía que, si dos emisiones difieren únicamente en el plazo que resta hasta el vencimiento, para un mismo tipo de interés, la emisión de mayor plazo experimentará un mayor cambio de precio.

Si comparamos el bono que habíamos adoptado como ejemplo con un bono con las mismas características, pero con un plazo a cuatro años, tenemos que su valor teórico con los interese al 4% es:

Si el tipo de interés de mercado se incrementa al 5,0% su valor teórico pasa a ser de 1.109,07 €.

Como vemos el precio teórico ha disminuido 36,72 €, un 3,48%, sustancialmente más que en el bono de vencimiento dos años.

Por estos motivos, la subida de los tipos de interés va a tener un impacto relevante en la renta fija. Recordemos, sin embargo, que los inversores particulares no suelen invertir en renta fija comprando directamente los títulos, ya que lo más frecuentes es que lo hagan a través de fondos de inversión de estas características. Del total del patrimonio de los fondos de renta fija (64,5 mil millones de euros en octubre) sólo un 14% (11,9 mil millones) estaba en posesión de las familias españolas directamente.

En el caso de los fondos de inversión, es lógico pensar que el gestor de un fondo, que por vocación del fondo deba mantener posiciones en renta fija, ante una previsible subida de los tipos de interés no puede desinvertir sin más para evitar su disminución de valor. Pero puede hacer otras cosas.
Como reacción a los bajos tipos de interés, algunos fondos han asumido más riesgo de duración para obtener mejores rentabilidades con los tipos a largo plazo pero al hacerlo corren el riesgo de que el valor nominal disminuya cuando los tipos suban.
Dentro de la dinámica de su gestión que supone la compra y venta de títulos, el gestor del fondo puede, en primer lugar, diversificar, por ejemplo, comprando bonos con cupones más altos o vendiendo los de cupones más bajos. También puede acortar los plazos para minimizar el efecto del incremento de tipos. Lo que técnicamente conocemos como reducir la duración de la cartera.

Es cierto que, como reacción a los bajos tipos de interés, algunos fondos han asumido más riesgo de duración para obtener mejores rentabilidades con los tipos a largo plazo pero al hacerlo corren el riesgo de que el valor nominal disminuya cuando los tipos suban.
Las estrategias de duración corta gestionadas de forma activa ofrecen flexibilidad y una atractiva combinación de potencial de rentabilidad y reducción de la volatilidad.

Otra posibilidad es realizar coberturas con derivados, que si bien suelen ser eficaces tienen como aspecto negativo su coste.

Para los fondos de renta fija mixta y con respecto a la parte de renta variable, debemos recordar que la inflación en general no es una mala noticia, aunque hay sectores que salen perjudicados. En general tienen un impacto negativo aquellos sectores que para la creación de valor dependen mucho de los tipos de interés. Como por ejemplo las empresas eléctricas y las de servicios, ya que se incrementan sus costes de financiación, y muchas veces al tener sus precios de venta regulados no pueden repercutir el incremento de costes a los clientes.

Para los fondos de renta fija total, además de las estrategias comentadas, hay que recordar que existen los bonos con cupón flotante, cuyo cupón se revisa periódicamente indexado con el euríbor, por lo que se cubre de los incrementos debidos a las expectativas de inflación.

También existen los bonos ligados a la inflación (en este caso con duraciones a corto plazo) ya que si bien protegen contra la inflación, no lo hacen respecto a los tipos de interés, que si estos suben los bonos pierden valor en función de la duración, como cualquier otro valor de renta fija.

En todo caso, siempre es importante recordar que no existen soluciones universales para todo el mundo y, lo más conveniente para decisiones de inversión adecuadas, es hacer una planificación financiera de forma profesional que parta del perfil de riesgo del inversor y de sus objetivos de inversión.

Fuentes: Inverco, IDD Consultoría

1 Burton Gordon Malkiel (1932) es un economista y escritor estadounidense, famoso por su clásico libro sobre finanzas «Un paseo aleatorio por Wall Street» (A random walk down Wall Street) y creador de los cinco principios sobre renta fija que se han convertido en clásicos.


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